Este libro de un legendario congresista, el otrora aprista Héctor VARGAS HAYA, inicia con un ineludible exordio, pues la obra fue considerada prácticamente una herejía por parte de la dictadura militar velasquista, lo que llevó al régimen ha proceder con una violenta incautación la madrugada del 27 de mayo de 1970 a la imprenta Industrial Gráfica S.A. a cargo de publicación, por parte de un grupo de militares armados quienes se apoderaron de 5000 ejemplares terminados y que luego vilmente quemaron.
La Comisión Parlamentaria Investigada del Contrabando -nombrada por la Cámara de Diputados- que presidió el referido congresista, empezó sus investigaciones en marzo de 1968, las cuales parcialmente fueron plasmadas en la censurada obra: las labores no culminaron por el golpe de Estado del 3 de octubre de ese año, en el que los militares aprovecharon para saquear los documentos de la comisión.
Pese a este paréntesis a la democracia peruana, la comisión ya tenía la demoledora cifra de cincuenta y nueve mil millones de soles de pérdidas al Estado peruano en el quinquenio de 1963 a 1967 producto del delito de defraudación de renta de aduanas, peor que el de contrabando. Había identificado a los responsables, no obstante en el libro no los menciona por la todavía presente dictadura militar.
Vargas incluyó en su libro la transcripción de correspondencia de un traficante de mercancías apellidado Kardonsky de Panamá con varios representantes en Lima de una empresa de ese país, también otras epifanías como la del caso BAP Callao que traía 4785 bultos de contrabando originando una defraudación de 220 millones de soles o el caso de los ocho Mercedes Benz importados ilegalmente en los que estuvo involucrado un miembro de la Cámara de Diputados.
El ministro de Hacienda, el general del Ejército peruano Francisco Morales Bermúdez, había recibido los avances del grupo con entusiasmo y propuso una “redada”, que consistía en detener a todos los civiles y militares señalados en las cartas que acreditaban el contrabando, incluso “garantizó” la participación de la Policía Fiscal que en ese entonces dependía de dicho ministerio, no así la Guardia Civil ni la Policía Militar (después las tres se unificaron en la Policía Nacional del Perú).
«Cuál sería nuestra sorpresa cuando la tal redada no prosperó! Se dijo a posteriori que la colaboración de la Policía Militar no había sido posible lograrla y que la Policía Fiscal, por la exigüidad de su personal, ni tenía capacidad para, por sí solo, llevar a cabo tan gigantesca empresa» Exclama don Héctor para referirse al repentino desinterés de ese cuerpo policial, aunque al final, tenía que intervenir el Poder Judicial porque el Congreso no podía ordenar detenciones. También el presidente Fernando Belaunde Terry minimizó los gravísimos hechos mostrados por los parlamentarios.
Una revelación del libro es que el golpe de Estado de Velasco estaba planteado para abril o mayo de 1968 y no octubre, pero los golpistas acordaron postergarlo porque la opinión pública había puesto atención al trabajo de la comisión investigadora y la ciudadanía creería que se haría para silenciar a dicho grupo de trabajo, la mejor ocasión -consideraban- era cuando el grupo haya disminuido su “ritmo y espectacularidad”. Que así fue pues justo en octubre la Comisión suspendió sus actividades por cuestiones “impostergables y urgentes” (estudio de financiación ante una posible crisis) y la Cámara de Diputados había viajado a Iquitos.
Otra comisión nombrada por la junta militar derivó los expedientes laborados por la comisión que presidió Vargas al Poder Judicial, pero de estos fueros solo triunfó una sombría impunidad: […] al Poder Judicial, el que despachó algunos de los más sonados, pero con autos de archivamiento: unos por no proceder el juicio oral y otros, con absoluciones para los responsables, con algunas excepciones intrascendentes.
Y para hacer justicia a ese aciago epílogo de una investigación de años, es que el líder parlamentario recuerda una de sus propuestas en una modesta sección en el libro titulada “REFORMA DEL PODER JUDICIAL” en el cual menciona -entre otras cosas- a los famosos jueces suplentes, lo que ahora son los supernumerarios y que es harto conocido que son los más prestos a la venalidad dado que les resulta indiferente las sanciones ya que en cualquier momento retoman la práctica privada de la abogacía y no hacen carrera judicial. “Que no incomoden estas acres verdades”, añadió.
(Nota: Estimado amigo lector, la sinopsis de la nota culmina aquí. Lo que sigue es la transcripción parcial del documento principal que sustenta esta publicación y que es propiamente la fuente periodística. No es indispensable su lectura, sino que se añade para facilitar la búsqueda por palabras y para fines académicos y/o periodísticos)
Documento completo de la tercera edición del libro Contrabando de Héctor Vargas Haya publicado en 1976 por el editor Enrique DELGADO VALENZUELA e impreso en la Imprenta Editora Atlántida S.A. Todos los derechos reservados a su autor. Compartido con fines exclusivamente académicos. Trescientas ocho páginas
[NALL] VARGAS HAYA, Héctor (1976). CONTRABANDO. Lima_ Enrique DELGADO V. 3era edición. 308p from NO APAGUEN LA LUZ










